JESUS DE NAZARET

Jesús de Nazaret, llamado también Cristo o Jesucristo, es la figura central de las religiones denominadas cristianas, las más extendidas de las cuales establecen como dogma de fe que es el hijo de Dios, redimió con su muerte al género humano y resucitó al tercer día después de su muerte. El Islam lo considera uno de sus profetas más importantes y es uno de los personajes que han ejercido una mayor influencia en la cultura occidental. Según la opinión mayoritariamente aceptada en medios académicos, basada en una lectura crítica de los textos sobre su figura,[1] Jesús de Nazaret fue un predicador judío que vivió a comienzos del siglo I en las regiones de Galilea y Judea (en el actual Israel) y fue crucificado en Jerusalén en torno al año 30.

Lo que se conoce de Jesús depende casi absolutamente[2] de la tradición cristiana, especialmente de la utilizada para la composición de los evangelios sinópticos, redactados, según opinión mayoritaria, unos 30 ó 40 años, como mínimo, después de su muerte. La mayoría de los estudiosos considera que mediante el estudio de los evangelios es posible reconstruir tradiciones que se remontan a contemporáneos de Jesús, aunque existen grandes discrepancias entre los investigadores en cuanto a los métodos de análisis de los textos y las conclusiones que de ellos pueden extraerse. Existe una minoría que incluso niega la existencia histórica de Jesús de Nazaret.[1]


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Jesús según la investigación histórica [ ]

A diferencia de lo que ocurre con otros personajes de la Antigüedad, pero al igual que sucede con otros muchos, no existen evidencias arqueológicas que permitan verificar la existencia de Jesús de Nazaret. La explicación principal que se da a este hecho es que Jesús no alcanzó en su tiempo una relevancia suficiente como para dejar constancia en fuentes arqueológicas.[62]

Por otro lado, Jesús, como otros muchos destacados filósofos y dirigentes religiosos de la Antigüedad, no escribió nada, o, al menos, no hay constancia alguna de que así haya sido. Todas las fuentes para la investigación histórica de Jesús de Nazaret son, por lo tanto, textos escritos por otros autores. El más antiguo documento concerniente a Jesús de Nazaret es el llamado papiro P52, el más antiguo manuscrito conocido del Nuevo Testamento, que contiene un fragmento del Evangelio de Juan y que data probablemente de en torno a 125-130, es decir, aproximadamente un siglo después de la fecha probable de la muerte de Jesús (hacia el año 30).

Si bien los testimonios materiales referentes a la vida de Jesús son muy tardíos, la investigación filológica ha logrado reconstruir la historia de estos textos con un alto grado de probabilidad, lo que arroja como conclusión que los primeros textos sobre Jesús (algunas cartas de Pablo) son posteriores en unos veinte años a la fecha probable de su muerte, y que las principales fuentes de información acerca de su vida (los evangelios canónicos) se redactaron en la segunda mitad del siglo I. Existe un amplio consenso acerca de esta cronología de las fuentes, al igual que es posible datar algunos (muy escasos) testimonios acerca de Jesús en fuentes no cristianas entre la última década del siglo I y el primer cuarto del siglo II.

En el estado actual de conocimientos acerca de Jesús de Nazaret, la opinión predominante en medios académicos es que se trata de un personaje histórico, cuya biografía y mensaje fueron significativamente alterados por los redactores de las fuentes, que actuaron movidos por intereses religiosos. Existe, sin embargo, una minoría de estudiosos que, desde una crítica radical de las fuentes, consideran probable que Jesús no fuese un personaje histórico real, sino una entidad mítica, similar a otras figuras objeto de culto en la Antigüedad.

Fuentes [ ]

Solo las fuentes cristianas, obviamente parciales, proporcionan información acerca de Jesús de Nazaret. Los textos cristianos reflejan principalmente la fe de las comunidades primitivas, y no pueden considerarse sin más documentos históricos.

Los textos en los que la crítica actual cree posible hallar información acerca del Jesús histórico son, principalmente, los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas). Secundariamente, proporcionan también información acerca de Jesús de Nazaret otros escritos del Nuevo Testamento (Evangelio de Juan, epístolas de Pablo de Tarso), algunos evangelios apócrifos (como los de Tomás y Pedro), y otros textos cristianos.

Por otro lado, existen referencias a Jesús en unas pocas obras no cristianas. En algunos casos se ha puesto en duda su autenticidad (Flavio Josefo), o que se refieran al mismo personaje cuya vida relatan las fuentes cristianas (Suetonio). Apenas aportan alguna información, excepto que fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato (Tácito), que llamó la atención por sus "hechos portentosos" (Flavio Josefo) y que fue considerado un embaucador por los judíos ortodoxos. Sin embargo, estas escuetas referencias confirman que no se dudó de la existencia de Jesús en la Antigüedad.

Fuentes cristianas [ ]

Son muy numerosos los escritos cristianos de los siglos I y II en los que se encuentran referencias a Jesús de Nazaret. Sin embargo, solo una pequeña parte de los mismos contiene información útil acerca del mismo. Todos ellos reflejan, en primer lugar, la fe de los cristianos de la época, y solo secundariamente revelan información biográfica sobre Jesús.

Los principales son:

1) Las cartas de Pablo de Tarso: escritas, según la datación más probable, entre los años 50 y 60. Son los documentos más tempranos acerca de Jesús, pero la información biográfica que proporcionan es escasa.

2) Los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), incluidos por la Iglesia en el canon del Nuevo Testamento. En general, suelen datarse entre los años 70 y 90. Proporcionan gran cantidad de información, pero reflejan principalmente la fe de los primeros cristianos, y son documentos bastante tardíos.

3) El Evangelio de Juan, también incluido en el Nuevo Testamento. Fue escrito probablemente hacia 90-100. Suele considerarse menos fiable que los sinópticos, ya que presenta concepciones teológicas mucho más evolucionadas. Sin embargo, no puede excluirse que contenga tradiciones sobre el Jesús histórico bastante más antiguas.

4) Algunos de los llamados evangelios apócrifos, no incluidos en el canon del Nuevo Testamento. Una gran parte de estos textos son documentos muy tardíos que no aportan información sobre el Jesús histórico. Sin embargo, algunos de ellos, cuya datación es bastante controvertida, podrían transmitir información sobre dichos o hechos de Jesús: entre aquellos a los que suele concederse una mayor credibilidad están el Evangelio de Tomás, el Evangelio Egerton, el Evangelio secreto de Marcos y el Evangelio de Pedro.

Las cartas de Pablo de Tarso [ ]

Los textos más antiguos conocidos relativos a Jesús de Nazaret son las cartas escritas por Pablo de Tarso, consideradas anteriores a los evangelios. Pablo no conoció personalmente a Jesús. Su conocimiento de él y de su mensaje puede provenir de una doble fuente:[63] por un lado, sostiene en sus escritos que se le apareció el propio Jesús resucitado para revelarle su evangelio, una revelación a la que Pablo concedía gran importancia (Gal 1,11-12); por otro, también según su propio testimonio, mantuvo contactos con miembros de varias comunidades cristianas, entre ellos varios seguidores de Jesús. Conoció, según él mismo afirma en la Epístola a los Gálatas, a Pedro (Gal 2, 11-14), Juan (Gal 2, 9), y Santiago, al que se refiere como "hermano del Señor" (Gal 1, 18-19; 1 Cor 15, 7).

Aunque en el Nuevo Testamento se atribuyen a Pablo catorce epístolas, solo existe consenso entre los investigadores actuales en cuanto a la autenticidad de siete de ellas, que se datan generalmente entre los años 50 y 60 (1 Tesalonicenses, Filipenses, Gálatas, 1 Corintios, 2 Corintios, Romanos y Filemón). Estas epístolas son cartas dirigidas por Pablo a comunidades cristianas de diferentes lugares del Imperio Romano, o a individuos particulares. En ellas se tratan fundamentalmente aspectos doctrinales del cristianismo. Pablo se interesa sobre todo por el sentido sacrificial y redentor que según él tienen la muerte y resurrección de Jesús, y son escasas sus referencias a la vida de Jesús o al contenido de su predicación.[64]

Sin embargo, las epístolas paulinas sí proporcionan alguna información. En primer lugar, se afirma en ellas que Jesús nació "según la Ley" y que era del linaje de David, "según la carne" (Rom 1,3), y que los destinatarios de su predicación eran los judíos circuncisos (Rom 15,8). En segundo lugar, refiere ciertos detalles acerca de su muerte: indica que murió crucificado (2 Cor 13,4), que fue sepultado y que resucitó al tercer día (1 Cor 15,3-8), y atribuye su muerte a los judíos (1 Tes 2, 14) y también a los “poderosos de este mundo” (1 Cor 2,8). Además, la Primera Epístola a los Corintios contiene un relato de la Última Cena (1 Cor,23:27), semejante al de los evangelios sinópticos (Mt 26, 26-29; Mc 14,22-25; Lc 22,15-20).

Fuentes sinópticas [ ]

Los estudiosos están de acuerdo en que la principal fuente de información acerca de Jesús se encuentra en tres de los cuatro evangelios incluidos en el Nuevo Testamento, los llamados sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas, cuya redacción se sitúa generalmente entre los años 70 y 100.

El punto de vista dominante en la crítica actual es que los evangelios no fueron escritos por testigos personales de la actividad de Jesús. Algunos autores, sin embargo, continúan manteniendo el punto de vista tradicional sobre esta cuestión, que los atribuye a personajes citados en el Nuevo Testamento.[65] Fueron escritos en griego por autores que no tenían conocimiento directo del Jesús histórico.

Aunque no es aceptada por la totalidad de los críticos, las afinidades entre estos evangelios suelen ser explicadas por la llamada teoría de las dos fuentes, propuesta ya en 1838 por Ch. Weisse, y que fue luego significativamente matizada por B.H. Streeter en 1924. Según esta teoría, el evangelio más antiguo es Marcos (y no Mateo, como se creía anteriormente). Tanto Lucas como Mateo son posteriores, y utilizaron como fuente Marcos, lo que explica el material común entre los tres sinópticos, denominado "de triple tradición". Pero, además, existió una segunda fuente, a la que se dio el nombre de Q, que contenía casi exclusivamente palabras de Jesús, lo cual explica el llamado material de doble tradición, que se encuentra en Mateo y Lucas, pero no en Marcos (Q es hoy considerado un documento independiente, del que incluso existen ediciones críticas).[66] Por último, tanto Lucas como Mateo contienen material propio, que no se encuentra en ninguna de las dos fuentes hipotéticas.

El grado de fiabilidad que se concede a los evangelios depende de los estudiosos. La opinión más extendida es que son principalmente textos apologéticos, es decir, de propaganda religiosa, cuya intención principal es difundir una imagen de Jesús acorde con la fe de las primitivas comunidades cristianas, pero que contienen, en mayor o menor medida, datos acerca del Jesús histórico. Se ha demostrado que contienen varios errores históricos y geográficos, numerosas incongruencias narrativas y abundantes elementos sobrenaturales que son sin duda expresiones de fe y de los que se discute si tienen o no un origen histórico. Sin embargo, sitúan a Jesús en un marco histórico verosímil, en general acorde con lo conocido mediante fuentes no cristianas, y esbozan una trayectoria biográfica bastante coherente.

La corriente de investigación llamada "Historia de las Formas", cuyos máximos representantes fueron Rudolf Bultmann y Martin Dibelius, se orientó sobre todo a estudiar la "prehistoria" literaria de los evangelios. Estos autores determinaron que los evangelios (incluido Q, considerado como un "protoevangelio") son compilaciones de unidades literarias menores, denominadas perícopas, que pertenecen a géneros literarios diferentes (narraciones de milagros, diálogos didácticos, enseñanzas éticas, etc.). Estas perícopas tienen su origen último en la tradición oral sobre Jesús, pero solo algunas de ellas se refieren a dichos y hechos verdaderos del Jesús histórico. Más adelante, otra escuela, denominada "Historia (o Crítica) de la Redacción", destacó el hecho de que, a la hora de compilar y unificar narrativamente el material de que disponían, los autores de los evangelios respondían a motivaciones teológicas.

Para datar los evangelios sinópticos, un aspecto de particular importancia son las referencias a la destrucción del Templo de Jerusalén. Estudiando estas referencias, la mayoría de los autores coinciden en afirmar que los tres sinópticos, en su estado actual, son posteriores a la destrucción del templo (año 70), en tanto que Q es muy probablemente anterior.

Los autores de los evangelios responden a motivaciones teológicas concretas. En sus obras, intentan armonizar las tradiciones recibidas acerca del Jesús histórico con la fe de las comunidades a las que pertenecen.

Evangelio de Juan [ ]

Generalmente se considera que el Evangelio de Juan es más tardío que los sinópticos (suele datarse en torno al año 100) y que la información que ofrece acerca del Jesús histórico es menos fiable. Muestra una teología más desarrollada, ya que presenta a Jesús como un ser preexistente, sustancialmente unido a Dios, enviado por él para salvar al género humano.[69] Sin embargo, parece que utilizó fuentes antiguas, en algunos casos independientes de los sinópticos, por ejemplo, en lo relativo a la relación entre Jesús y Juan el Bautista, y al proceso y ejecución de Jesús.[70] Relata pocos milagros de Jesús (solo siete), para los que posiblemente utilizó como fuente un hipotético "Evangelio de los Signos". En este evangelio son muy numerosas las escenas de la vida de Jesús que no tienen un paralelo en los sinópticos (entre ellas, algunas de los más conocidas, como las bodas de Caná o la resurrección de Lázaro).

Evangelios apócrifos [ ]

Se denomina evangelios apócrifos a aquellos textos sobre hechos o dichos de Jesús no incluidos en el canon del Nuevo Testamento. Como señala Antonio Piñero,[71] la mayor parte de los apócrifos no aportan información válida sobre el Jesús histórico, ya que se trata de textos bastante tardíos (posteriores a 150), y que utilizan como fuentes los evangelios canónicos.

Existen, sin embargo, algunas excepciones notables: el Evangelio de Pedro, el Papiro Egerton 2 y el Papiro de Oxirrinco 840 y, muy especialmente, el Evangelio de Tomás.[72] Sobre la datación de estos textos no hay acuerdo entre los especialistas, pero la posición mayoritaria es que pueden contener información auténtica acerca de Jesús. Dado su carácter fragmentario, sin embargo, se han utilizado sobre todo para confirmar informaciones que también transmiten los evangelios canónicos.

Otros textos cristianos [ ]

Fuentes no cristianas [ ]

Artículo principal: Referencias históricas no cristianas sobre Jesús de Nazaret

Apenas hay menciones de Jesús en fuentes no cristianas de los siglos I y II. Ningún historiador se ocupó por extenso de su historia: solo existen alusiones de pasada, algunas de ellas ambiguas y una (el "Testimonio Flaviano") de la que se sospecha que se trata de una falsificación posterior.

Estas fuentes pueden dividirse en:

a) Fuentes judías:

El primer pasaje de la citada obra que menciona a Jesús es conocido con el nombre de "Testimonio Flaviano". Se encuentra en Ant., 18, 63. Fue objeto de interpolaciones posteriores por copistas cristianos, y se discute incluso si en su versión original aludía a Jesús.

El segundo pasaje tiene mayores visos de verosimilitud, ya que está estrechamente relacionado con el contexto de la obra y parece improbable que se trate de una interpolación. Se encuentra en Ant., 20, 200, y se refiere a la lapidación de Santiago, que el texto identifica como hermano de Jesús, un personaje que es identificado del mismo modo en algunos textos de Pablo de Tarso. Tampoco hay consenso acerca de este pasaje, pero la mayor parte de los autores lo considera auténtico.

b) Fuentes romanas: brevísimas menciones en sendas obras de Plinio el Joven (62-113), Tácito (61-117) y Suetonio (m. 160). Son más bien referencias a la actividad de los cristianos:

Existe otro texto que, aunque es bastante dudoso, podría ser una referencia a Jesús de Nazaret: se trata de una carta, conservada en siríaco, escrita por un tal Mara Bar-Serapion, en la que se habla de un "rey sabio" condenado a muerte por los judíos. No hay acuerdo sobre si esta carta data del siglo I, II o III de nuestra era, y tampoco está claro si es o no una referencia a Jesús de Nazaret.

La escasez de fuentes no cristianas indica sin duda que la actividad de Jesús no llamó la atención en su época, a pesar de que, según las fuentes cristianas, su predicación congregó a multitudes. Estas fuentes no aportan absolutamente nada nuevo al conocimiento de Jesús como personaje histórico, y únicamente han sido aducidas para demostrar su existencia.

Metodología [ ]

La investigación histórica de las fuentes cristianas sobre Jesús de Nazaret exige la aplicación de métodos críticos que permitan discernir las tradiciones que se remontan al Jesús histórico de aquellas que constituyen adiciones posteriores, correspondientes a las primitivas comunidades cristianas.

La iniciativa en esta búsqueda partió de investigadores cristianos. Durante la segunda mitad del siglo XIX, su aportación principal se centró en la historia literaria de los evangelios.

Los principales criterios sobre los que existe consenso a la hora de interpretar las fuentes cristianas son, según Antonio Piñero[75], los siguientes:

No todos los autores, sin embargo, interpretan del mismo modo estos criterios, e incluso hay quienes niegan la validez de algunos de ellos.

Contexto [ ]

Marco histórico [ ]

El pueblo judío, sin estado propio desde la destrucción del Primer Templo en 587 adC, en tiempos de Nabucodonosor II, había pasado varias décadas sometido, sucesivamente, a babilonios, persas, la dinastía ptolemaica de Egipto y el Imperio Seléucida, sin que se produjeran conflictos de gravedad. En el siglo II adC, sin embargo, el monarca seléucida Antíoco IV Epífanes, decidido a imponer la helenización del territorio, profanó el Templo (el Segundo Templo, reconstruido en época persa), lo que desencadenó una rebelión, acaudillada por una familia sacerdotal, los Macabeos, que tendría como consecuencia el establecimiento de un nuevo estado judío independiente, que duraría hasta el año 63 adC.

En este año, el general romano Pompeyo intervino en la guerra civil que enfrentaba a dos hermanos de la dinastía asmonea, Hircano II y Aristóbulo II. Con esta intervención dio comienzo el dominio romano en Palestina. Dicho dominio, sin embargo, no se ejerció siempre de forma directa, sino mediante la creación de uno o varios estados clientes, que pagaban tributo a Roma y estaban obligados a aceptar sus directrices. El propio Hircano II fue mantenido por Pompeyo al frente del país, aunque no como rey, sino como etnarca. Posteriormente, tras un intento de recuperar el trono del hijo de Aristóbulo II, Antígono, quien fue apoyado por los partos, el hombre de confianza de Roma fue Herodes, quien no pertenecía a la familia de los asmoneos, sino que era hijo de Antípatro, un general de Hircano II de origen idumeo.

Tras su victoria sobre los partos y los seguidores de Antígono, Herodes fue nombrado rey de Judea por Roma en 37 adC. Su reinado, durante el cual, según opinión mayoritaria, tuvo lugar el nacimiento de Jesús de Nazaret, fue un período relativamente próspero.

A la muerte de Herodes, en 4 adC, su reino se dividió entre tres de sus hijos: Arquelao fue designado etnarca de Judea, Samaría e Idumea; a Antipas (llamado Herodes Antipas en el Nuevo Testamento) le correspondieron los territorios de Galilea y Perea, que gobernó con el título de tetrarca; por último, Filipo heredó, también como tetrarca, las regiones más remotas: Batanea, Gaulanítide, Traconítide y Auranítide.

Estos nuevos gobernantes correrían diversa suerte. Mientras que Antipas se mantuvo en el poder durante cuarenta y tres años, hasta 39, Arquelao, debido al descontento de sus súbditos, fue depuesto en 6 dC por Roma, que pasó a controlar directamente los territorios de Judea, Samaría e Idumea.

En el período en que Jesús desarrolló su actividad, por lo tanto, su territorio de origen, Galilea, formaba parte del reino de Antipas, responsable de la ejecución de Juan el Bautista, y al que una tradición tardía, que solo se encuentra en el Evangelio de Lucas, hace jugar un papel secundario en el juicio de Jesús. Judea, en cambio, era administrada directamente por un funcionario romano, perteneciente al orden ecuestre, que llevó primero el título de prefecto (hasta el año 41) y luego (desde 44) el de procurador. En el período de la actividad de Jesús, el prefecto romano era Poncio Pilato.

El prefecto no residía en Jerusalén, sino en Cesarea Marítima, ciudad de la costa mediterránea que había sido fundada por Herodes el Grande, aunque se desplazaba a Jerusalén en algunas ocasiones (por ejemplo, con motivo de la fiesta de Pésaj o Pascua, como se relata en los evangelios, ya que era en estas fiestas, que congregaban a miles de judíos, cuando solían producirse tumultos). Contaba con unos efectivos militares relativamente reducidos (unos 3.000 hombres)[77], y su autoridad estaba supeditada a la del legado de Siria. En tiempos de Jesús, el prefecto tenía el derecho exclusivo de dictar sentencias de muerte (ius gladii).

Sin embargo, Judea gozaba de un cierto nivel de autogobierno. En especial, Jerusalén estaba gobernada por la autoridad del sumo sacerdote, y su consejo o Sanedrín. Las competencias exactas del Sanedrín son objeto de controversia, aunque en general se admite que, salvo en casos muy excepcionales, no tenían la potestad de juzgar delitos capitales.

El carácter particular de Galilea [ ]

Aunque separada de Judea por la historia, Galilea era en el siglo I una región de religión judía. Tenía, sin embargo, algunos rasgos diferenciales, como una menor importancia del Templo, y una menor presencia de sectas religiosas como los saduceos y los fariseos. Estaba muy expuesta a las influencias helenísticas y presentaba grandes contrastes entre el medio rural y el medio urbano.

Al este de Galilea se encontraban las diez ciudades de la Decápolis, situadas todas ellas al otro lado del río Jordán, a excepción de una, Escitópolis (llamada también Bet Shean). Al noroeste, Galilea limitaba con la región sirofenicia, con ciudades como Tiro, Sidón y Aco/Tolemaida. Al sudoeste se situaba la ciudad de Cesarea Maritima, lugar de residencia del prefecto (luego procurador) romano. Por último, al sur se encontraba otra importante ciudad, Sebaste, así llamada en honor al emperador Augusto.[78]

En pleno corazón de Galilea se encontraban también dos importantes ciudades: Séforis, muy cercana (5 ó 6 km) a la localidad de donde era originario Jesús, Nazaret; y Tiberíades, construida por Antipas y cuyo nombre era un homenaje al emperador Tiberio. Tiberíades era la capital de la monarquía de Antipas, y estaba muy próxima a Cafarnaún, ciudad que fue con probabilidad el centro principal de la actividad de Jesús.

Es importante destacar que las ciudades eran focos de influencia de la cultura helenística. En ellas residían las élites, en tanto que en el medio rural habitaba un campesinado empobrecido, del que procedía con toda probabilidad Jesús. Las ciudades eran en general favorables a Roma, como se demostró con ocasión de la Primera Guerra Judía.

En las fuentes cristianas no se menciona que Jesús visitase ninguna de las ciudades de Galilea ni de su entorno. Sin embargo, dada la proximidad de Tiberíades a los principales lugares mencionados en los evangelios, es difícil pensar que Jesús se sustrajo por completo a la influencia helenística.

El medio campesino, del que procedía Jesús, veía con hostilidad las ciudades. Los campesinos de Galilea soportaban importantes cargas impositivas, tanto del poder político (la monarquía de Antipas), como del religioso (el Templo de Jerusalén), y su situación económica debió de ser bastante difícil.

Galilea fue la región judía más conflictiva durante el siglo I, y los principales movimientos revolucionarios antirromanos, desde la muerte de Herodes el Grande en 4 adC hasta la destrucción de Jerusalén en el año 70, se iniciaron en esta región. La lucha contra el Imperio Romano fue, según Geza Vermes, "una actividad galilea general en el primer siglo d.C."[79]

El judaísmo en los tiempos de Jesús [ ]

En tiempos de Jesús (al igual que en la actualidad), el judaísmo era una religión monoteísta, basada en la creencia de un único Dios. Los judíos creían que Dios había elegido a su pueblo, Israel, y había establecido con él una alianza a través de Abraham y Moisés, principalmente. Los actos fundamentales de dicha alianza eran, para los judíos, la vocación de Abraham, el éxodo y la promulgación de la ley en el Sinaí.[80] La fidelidad de los judíos a esta alianza se manifestaba, además de en su adoración a su único Dios, en la rigurosidad con que seguían los mandamientos y preceptos de la Torá, o la llamada Ley mosaica; ésta regulaba todos los aspectos de la vida de los judíos, como la obligación de circuncidar a los hijos varones, la prohibición de trabajar en sábado, y otras ciertas reglas alimentarias (por ejemplo, la de no comer carne de cerdo) y de purificación.

 

En el siglo I, el centro del culto a Dios era el Templo de Jerusalén. Era necesario acudir a éste tres veces al año (durante las llamadas fiestas de peregrinación), para realizar diversos sacrificios y entregar ofrendas. El culto del Templo era administrado por los sacerdotes y levitas, cuyo número era muy elevado,[81] los que desempeñaban los llamados oficios sagrados durante las fiestas, tales como custodiar y limpiar el Templo, preparar los animales y la leña para los sacrificios, y cantar salmos durante las celebraciones públicas.[82] Los sacerdotes y levitas se mantenían con los tributos de los campesinos, obligatorios para todos los judíos.

Pero el Templo no era el único lugar en que se rendía culto a Dios: en época de Jesús existía también la costumbre de reunirse cada sábado en las sinagogas. Mientras que el culto en el Templo estaba dominado por los sacerdotes, la costumbre de reunirse en las sinagogas fue promoviendo la religiosidad de los laicos.[83] Además, en las sinagogas no se llevaban a cabo sacrificios a diferencia del Templo, sino que tan sólo se leían y comentaban los textos sagrados.

En la época de Jesús, existían sectas divergentes dentro del judaísmo. El autor que más información proporciona sobre este tema es Flavio Josefo. Este[84] distingue entre tres sectas principales: la saducea, la esenia y la farisea. Esta última era bastante respetada por el pueblo y estaba constituida principalmente por laicos.[85] Creían en la inmortalidad del alma y eran conocidos por el rigor con que interpretaban la ley, y consideraban a la tradición como su fuente. En cuanto a los saduceos, gran número de ellos formaba parte de la casta sacerdotal, pero en oposición a los fariseos, rechazaban la idea de que la tradición era fuente de la ley y negaban la inmortalidad del alma. Por último, el grupo de los esenios es considerado por la inmensa mayoría de los investigadores como el que escribe los denominados Manuscritos del Mar Muerto. Constituían una especie de monacato, cuyos seguidores eran estrictos cumplidores de la ley, aunque diferían de los otros grupos religiosos en su interpretación de esta.

Otro aspecto de suma importancia en el judaísmo del siglo I es su concepción apocalíptica: la creencia en una intervención futura de Yahvé, que restauraría el poder de Israel y tras la que reinarían la paz y armonía universales. Esta idea adquirió gran fuerza en la época en que el pueblo judío fue sometido por la ocupación romana (aunque está ya presente en varios de los libros proféticos de la Tanaj, especialmente en el Libro de Isaías), y se relaciona estrechamente con la creencia en la llegada de un Mesías. Además, es muy mencionada en la llamada literatura intertestamentaria: libros apócrifos generalmente atribuidos a patriarcas u otras figuras destacadas de la Biblia hebrea.

El hombre [ ]

Jesús de Nazaret nació con bastante probabilidad en torno al año 4 adC, aunque la fecha no puede determinarse con seguridad. Según la opinión hoy mayoritaria entre los estudiosos su lugar de nacimiento fue la aldea galilea de Nazaret, aunque pudo haber nacido también en Belén, en Judea, cerca de Jerusalén. Es probable que sus padres se llamaran José y María, y que tuviera varios hermanos y hermanas. No hay constancia de que estuviera casado; probablemente era célibe, aunque tampoco hay ninguna fuente que lo afirme. Cuando tenía aproximadamente treinta años, se hizo seguidor de un predicador conocido como Juan el Bautista y, cuando éste fue capturado por orden del tetrarca de Galilea, Antipas (o tal vez antes), formó su propio grupo de seguidores. Como predicador itinerante, recorrió varias localidades de Galilea, anunciando una inminente transformación que denominaba Reino de Dios. Predicaba en arameo, aunque es muy probable que conociese también el hebreo, lengua litúrgica del judaísmo, tanto en sinagogas como en casas privadas y al aire libre. Entre sus seguidores había varias mujeres.

Desarrolló su predicación durante un tiempo imposible de concretar, pero que en cualquier caso no excedió de tres años, y muy probablemente fue bastante inferior. Durante su predicación, alcanzó fama en la región como curador y exorcista. Según su punto de vista, su actividad como taumaturgo anunciaba también el Reino de Dios. Fue acusado de borracho y comilón, amigo de publicanos y prostitutas (Mt 11,19), y de exorcizar con el poder del príncipe de los demonios (Mt, 12, 22-30). Sus familiares lo tuvieron por enajenado (Mc 3,21). Las muchedumbres le inspiraban compasión (Mt 14, 14) y la única vez que habló de su personalidad se autodefinió como manso y humilde de corazón (Mt, 11-29) pero rechazó ser llamado bueno, porque sólo Dios es bueno (Mc 10,18). La presencia viva de Jesús generaba en sus discípulos una alegría liberadora: "¿acaso pueden los compañeros del novio ayunar mientras el novio está con ellos? Mientras que tienen con ellos al esposo no pueden ayunar". (Mc 2, 19)

Con motivo de la fiesta de la Pascua, acudió con un grupo de seguidores suyos a Jerusalén. Probablemente por algo que hizo o dijo en relación con el Templo de Jerusalén, aunque no pueden excluirse otros motivos, fue detenido por orden de las autoridades religiosas judías de la ciudad, quienes lo entregaron al prefecto romano, Poncio Pilato, acusado de sedición. Como tal, fue ejecutado, posiblemente en torno al año 30, por orden de las autoridades romanas de Judea. A su muerte, sus seguidores se dispersaron, pero poco después vivieron colectivamente una experiencia que les llevó a creer que había resucitado y que regresaría en un plazo breve para establecer el Reino de Dios que había predicado en vida.

Nombre [ ]

Jesús es la forma latinizada del griego Ιησους (Iesous), con el que es mencionado en el Nuevo Testamento, escrito en griego. El nombre está relacionado con el hebreo Yehoshua, que significa ‘Yahveh salva’, y que designa también a un conocido personaje del Antiguo Testamento, Josué, lugarteniente y sucesor de Moisés.

Se sabe que era un nombre frecuente en la época, ya que en la obra de Flavio Josefo son mencionados unos veinte personajes de igual denominación.[86] La forma de este nombre en arameo —el idioma de la Judea del siglo I— es la que con toda probabilidad usó Jesús: Ieshuá (ישׁוע, Yēšûaʿ).

En Marcos y Lucas, Jesús es llamado Iesous ho nazarenos (Ιησους ο Ναζαρηνός);[87] en Mateo, Juan y a veces en Lucas se utiliza la forma Iesous ho nazoraios (Ιησους ο Ναζωραῖος),[88] que aparece también en Hechos de los Apóstoles.[89] La interpretación de estos epítetos depende de los autores: para la mayoría de los autores, ambos hacen referencia a su localidad de origen, Nazaret; otros, en cambio, interpretan el epíteto nazoraios ("nazoreo") como compuesto de las palabras hebreas neser ("retoño") y semah ("germen"); según esta interpretación, el epíteto tendría un carácter mesiánico.

Lugar y fecha de nacimiento [ ]

Jesús nació probablemente en Nazaret, en Galilea, ya que en la mayoría de las fuentes se le llama "Jesús de Nazaret".[90] Sin embargo, dos evangelios (Lucas y Mateo), los únicos que entre los evangelios canónicos hacen referencia a la infancia de Jesús,[91] relatan su nacimiento en Belén, en Judea. Este lugar de nacimiento es el comúnmente aceptado por la tradición cristiana. Sin embargo, los investigadores actuales han puesto de relieve que los relatos de Mateo y Lucas están elaborados con temas de la tradición davídica, contienen varios elementos históricamente poco fiables, se contradicen entre sí, y muestran una clara intención de demostrar que Jesús era el Mesías, que, según Miq 5,2, debía nacer en Belén.[92] Son muchos los críticos actuales que consideran que la historia del nacimiento de Jesús en Belén es una adición posterior de los autores de estos evangelios y no se corresponde con la realidad histórica.[93]

No hay referencias a Nazaret en fuentes escritas, fuera del Nuevo Testamento, antes del siglo IV. Sin embargo, excavaciones arqueológicas han documentado asentamientos en la localidad desde 2000 adC, y confirman que estaba habitada en el siglo I.

La fecha de nacimiento de Jesús no puede ser calculada con precisión, aunque la mayoría de los estudiosos coinciden en situarla en torno al año 4 adC. Las fuentes cristianas no ofrecen una cronología absoluta de los acontecimientos de la vida de Jesús, con una sola salvedad: Lc 3,1 fija el comienzo de la actividad de Juan el Bautista en "el año quince del reinado de Tiberio", que posiblemente pueda interpretarse como equivalente a los años 27, 28 o 29, y poco más adelante (Lc 3,23) indica que Jesús contaba aproximadamente 30 años al comienzo de su predicación. Los relatos de la infancia de Mateo y Lucas, aunque muy cuestionables por otras razones, coinciden en situar el nacimiento de Jesús en época de Herodes el Grande, que murió en el 4 adC. Lucas, sin embargo, añade un dato incongruente con el anterior, cuando indica que el viaje de María y José a Belén tuvo lugar siendo Quirino gobernador de Siria, es decir, después del año 6.

Convencionalmente, se adoptó como su fecha de nacimiento de Jesús la calculada en el siglo VI por Dionisio el Exiguo, basada en cálculos erróneos y que hoy sirve de inicio de la llamada era cristiana;[94] también convencionalmente, en el siglo IV comenzó a celebrarse su nacimiento el 25 de diciembre.[95]

Orígenes familiares [ ]

Sobre la familia de Jesús, todos los evangelios están de acuerdo en el nombre de su madre, María y de su padre, José, si bien dos de los evangelios (Mateo y Lucas) contienen relatos, diferentes entre sí, acerca de la concepción milagrosa de Jesús por obra del Espíritu Santo. Según estos relatos, José no habría sido su padre verdadero, sino solo su padre legal, por ser el esposo de María. La mayoría de los investigadores creen que estos relatos son bastante tardíos: no se mencionan en los evangelios de Marcos y de Juan, y existen indicios que permiten sospechar que en tiempo de Jesús éste era conocido como "hijo de José".[96]

Los hermanos de Jesús son mencionados en varias ocasiones en los evangelios y en otros libros del Nuevo Testamento (sobre este tema, véase el artículo Hermanos de Jesús).[97] En Mc 6:3 se mencionan los nombres de los cuatro hermanos varones de Jesús: Jacob (Santiago), José, Judas y Simeón o Simón, y se indica también la existencia de dos hermanas.[98]

Son numerosas las fuentes que indican la ascendencia davídica de Jesús, a través de José (a pesar de que, como antes se ha dicho, algunos evangelios afirman explícitamente que José no fue el padre biológico de Jesús). Varios pasajes del Nuevo Testamento muestran que era llamado "hijo de David",[99] y que la idea de su origen davídico estaba muy extendida en los primeros años del cristianismo[100] aunque él nunca se refirió a sí mismo como tal. Los críticos no están de acuerdo, sin embargo, en que esta ascendencia davídica sea un dato cierto, dado que puede tratarse de una adición de los evangelistas para demostrar la condición mesiánica de Jesús. Las genealogías de Jesús que aparecen en Mateo y Lucas (Mt 1:1-16 y Lc 3:23-31) son diferentes entre sí, aunque ambas vinculan a José, padre legal de Jesús, con la estirpe de David.[101]

Otros datos: religión, lengua, profesión [ ]

La actividad de Jesús se inscribió en el marco de la religiosidad judía. De las fuentes se infiere que en general cumplió los preceptos de la Ley mosaica (aunque en ocasiones discrepara de la interpretación que de ella hacían algunos grupos religiosos), y que participó de creencias comunes en el judaísmo del siglo I (como la existencia de demonios o la resurrección de los muertos).[102]

Los investigadores están de acuerdo en que la lengua materna de Jesús fue el arameo. Aunque los evangelios están escritos en griego, contienen frecuentes expresiones en arameo, la mayor parte de ellas atribuidas a Jesús. Además, el arameo era la lengua habitual de los judíos de Galilea. Seguramente el arameo hablado en Galilea era una variante dialectal reconocible, como lo atestigua el hecho de que Pedro sea reconocido por su acento en Jerusalén (véase Mt 26, 73).

No puede aclararse si Jesús hablaba o no griego.[103] En general se cree que conocía el hebreo, que en la época era solo una lengua religiosa y de cultura, y que sabía leer, ya que en una ocasión se le presenta leyendo el Libro de Isaías (escrito en hebreo) en una sinagoga.[104]

Parece ser que tanto Jesús como su padre, José, ejercieron la profesión de carpinteros.[105] En cualquier caso, hay bastante consenso en cuanto a que procedía de un medio campesino. En su predicación hizo también constantes referencias a las labores agrícolas, y apenas parece interesado por el medio urbano (no hay constancia de que en su predicación visitara nunca las principales ciudades de Galilea, a pesar de que la importante ciudad de Séforis se hallaba a corta distancia de Nazaret).

Su actividad [ ]

No se conoce con certeza cuánto tiempo duró la vida pública de Jesús. Los evangelios sinópticos mencionan una sola fiesta de Pascua celebrada por él con sus discípulos en Jerusalén, durante la cual fue detenido y crucificado. Eso parece sugerir que su vida pública duró solamente un año. En el Evangelio de Juan, por el contrario,[106] se mencionan tres fiestas de Pascua, las tres celebradas por Jesús en Jerusalén, lo que hace suponer que el ministerio de Jesús se prolongó durante dos o tres años. En todos los evangelios sólo hay una indicación precisa de fecha, la que se ofrece en Lucas (Lc 3:1-2), indicando que la actividad de Juan el Bautista se inició el año 15 del mandato de Tiberio, lo que puede coincidir, según diferentes cálculos, con los años 27, 28 ó incluso 29 de nuestra era, aunque la mayoría de los autores se inclina por el año 28.[107]

La vida pública de Jesús se inicia, según todos los evangelios, con su bautismo por Juan el Bautista en el río Jordán. Es probable que Jesús iniciase su actividad como seguidor del Bautista.

Seguido de un grupo de fieles, de entre los cuales escogió a sus más allegados, los doce apóstoles o enviados, recorrió en su actividad toda Galilea (especialmente el área en torno a Cafarnaún) y las regiones aledañas de Fenicia, la Decápolis y el territorio de la tetrarquía de Herodes Filipo.

Según las fuentes cristianas, su predicación transmitía un mensaje de esperanza especialmente dirigido a los marginados y pecadores (Lc 15). Posiblemente llegó a congregar a grandes multitudes (se habla, por ejemplo, de cinco mil personas en referencia a la multiplicación de los panes y los peces).[108] Se trasladó a Jerusalén para celebrar allí la Pascua con sus discípulos, y entró triunfalmente en la ciudad.

Relación con Juan el Bautista [ ]

En los cuatro evangelios canónicos, el comienzo de la vida pública de Jesús lo marca su bautismo por Juan en el Jordán. Juan el Bautista es un personaje relativamente bien conocido gracias a la información que de él proporciona Flavio Josefo, quien afirma que era "un hombre de bien que incitaba a los judíos [...] a ser justos los unos con los otros y píos hacia Dios, y a ir juntos al bautismo" (Antigüedades judías, 18, 116-119) y relata que Herodes Antipas lo ejecutó por miedo a que provocase una revuelta.[109] El mensaje de Juan, tal y como es reflejado por las fuentes, parece bastante semejante al de Jesús; según Mateo, en su predicación hacía referencia al Reino de los Cielos[110] e insistía en la necesidad de un pronto arrepentimiento. El hecho de que Jesús se sometiese al rito bautismal sugiere que probablemente formase inicialmente parte de la comunidad religiosa del Bautista.[111]

En los evangelios, Juan se considera a sí mismo un precursor, declarando que no es digno de desatar la correa de las sandalias de Jesús y que éste sustituirá su bautismo de agua por el bautismo "en el Espíritu Santo".[112] Por su parte, Jesús habla con gran respeto de Juan, afirmando que "entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor", si bien añade que "el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él".[113] En el Evangelio de Juan se sugiere que entre los discípulos de Jesús y del Bautista llegó a haber cierta rivalidad,[114] pero se deja claro que Juan aceptó siempre su subordinación a Jesús.

Debe tenerse en cuenta que los evangelios fueron escritos por seguidores de Jesús, con la finalidad de conseguir nuevos conversos. Si, como parece, Juan el Bautista fue un personaje relativamente conocido y respetado en su tiempo (como parece demostrarlo el hecho de que Flavio Josefo se refiera a él bastante por extenso), es bastante explicable que los evangelistas lo presenten admitiendo públicamente la superioridad de Jesús.

Predicación [ ]

Del estudio de las fuentes (sobre todo los sinópticos) se infiere que Jesús predicó de forma itinerante en la zona norte de Palestina y, preferentemente, en las aldeas que bordeaban el lago de Genesaret. Sus seguidores fueron principalmente de extracción campesina, y le acompañaron también varias mujeres, lo cual resulta inusual en el contexto de los movimientos religiosos del judaísmo. Escogió a doce apóstoles o enviados, posiblemente en representación de las doce tribus de Israel. Ni los nombres de los apóstoles ni los relatos de cómo se unieron a Jesús coinciden en todos los evangelios, pero todos concuerdan en la cifra de doce.

La crítica es prácticamente unánime en considerar que el núcleo de la predicación de Jesús era el anuncio del Reino de Dios. Sin embargo, existen importantes discrepancias a la hora de interpretar qué significa esta expresión en el contexto de la predicación de Jesús. El "Reino de Dios" se anuncia como algo inminente; en este sentido, la predicación de Jesús se inserta en el contexto de la literatura apocalíptica del judaísmo, en la que existe la esperanza de una próxima intervención de Dios en los asuntos humanos. Para entrar en el Reino de Dios que Jesús profetiza es necesaria una transformación interior (metanoia) que alcanza todos los ámbitos de la existencia humana; así, quien no se hace como un niño no entrará en el Reino (Mt 18, 1-5) y el perdón es condición para un culto eficaz (Mt, 5, 21-26).

Jesús describió el Reino de Dios utilizando parábolas (véase más arriba), en muchas de las cuales aparece un contraste entre un inicio pequeño e insignificante y un final espléndido (Mt 13,31-34), un padre generoso y unos invitados al banquete ocupados y desagradecidos (Mt 22, 1-14), un rey compasivo y un siervo sin piedad (Mt 18, 21-35), un viñador confiado y unos arrendatarios infieles (Lc 20, 9-19), un sembrador despreocupado y distintos tipos de tierra (Mc 4,1-9).

Hay bastante consenso entre los especialistas en cuanto a que la predicación de Jesús iba dirigida en exclusiva al pueblo de Israel. Según Mateo, así lo dijo: “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mt 15:24). Se admite, sin embargo, que algunos gentiles podrían participar de este mensaje. Según los evangelios, sanó a algunos gentiles, como el criado del centurión de Cafarnaún o la hija de la mujer sirofenicia, conmovido por la fe que demostraron.

No hay unanimidad entre los estudiosos con respecto a si Jesús se consideró a sí mismo como el Mesías de Israel, como afirman los evangelios canónicos, o si su identificación como tal pertenece a la teología de las primeras comunidades cristianas. En los sinópticos, y especialmente en el Evangelio de Marcos, Jesús admite implícitamente que es el Mesías, pero pide en numerosas ocasiones a sus discípulos que no lo divulguen ("secreto mesiánico").

Se considera generalmente un dato histórico que Jesús se designó a sí mismo como "Hijo del Hombre", aunque no está claro si se trata de un título escatológico, como parece desprenderse de su empleo en el Libro de Daniel y otros textos intertestamentarios, o si es un mero circunloquio semítico para hacer referencia a la primera persona del singular. [115]

En líneas generales, la predicación de Jesús se mantuvo en el marco del judaísmo de su época. [116] En algunos aspectos, sin embargo, entró en conflicto con la interpretación que de la ley judía hacían otros grupos religiosos (fundamentalmente saduceos y fariseos), sobre todo en dos aspectos: la observancia del sábado y la pureza ritual. Existen discrepancias sobre cómo interpretar estos conflictos: como una controversia ética (prioridad del bien del hombre sobre la letra del precepto, de lo interior sobre lo exterior), como una controversia de autoridad (Jesús tiene un poder recibido de lo alto y lo ejerce) o como una controversia escatológica (se inaugura un nuevo tiempo).

En la predicación de Jesús, tienen una gran importancia sus enseñanzas éticas. El centro de la ética de Jesús era el amor al prójimo, al desvalido de quien no se puede recibir contraprestación (Lc 14,13) y, muy especialmente, el amor al enemigo (única manera de distinguirse de los paganos que aman a los que les aman a ellos) (Mt 5,44-48, Lc 6,27-38). Para algunos autores, la ética que Jesús predicaba tiene un carácter provisional, y se orienta sobre todo a la época de preparación del Reino de Dios. [117] Por ese motivo también, la ética de Jesús enfatiza la renuncia a los bienes materiales. En todo caso, las fuentes coinciden en que no se puede servir a Dios y a las riquezas (Mt 6,24)

Jesús y las mujeres [ ]

Son muchos los especialistas que han llamado la atención acerca de la coincidencia en las fuentes sobre la especial consideración que Jesús parece haber tenido hacia las mujeres de diversa condición, en especial las marginadas, enfermas y pecadoras públicas. Algo, en cierta medida, novedoso para un rabí de la época. Los ejemplos son múltiples: así la encorvada a la que se acerca y cura en sábado llamándola hija de Abrahám, título exclusivamente masculino (Lc 13,11); la que sufría una patología femenina extrema que la hacía impura y excluída y que alcanza a tocarle sin que Jesús pueda evitar curarla (Mc 5,25-34); la extranjera pagana, único personaje en los evangelios canónicos que le convence en una discusión, moviéndole el corazón (Mt 15,28); la viuda a la que Jesús se acerca por propia iniciativa, conmovido (Lc 7,13); la prostituta que le unge, con escándalo de los presentes, y a la que le son perdonados los pecados porque "ha amado mucho" (Lc 7, 37-47); la viuda pobre a la que Jesús ensalza por su generosidad (Mc 12, 41-44); Marta y María, las amigas que le acogen en su casa (Lc 10, 38-42); etc.

Las fuentes sinópticas coinciden también en que entre los discípulos itinerantes de Jesús se encontraban mujeres (María Magdalena, Juana, Salomé...), algo no muy común en una sociedad patriarcal. E incluso afirman que permanecieron al pie de la cruz cuando todos habían huido (Mc 15,40-41). Resulta también paradójico que se reconozca como primeros testigos de la resurrección a mujeres, cuyo testimonio apenas tenía validez en aquel contexto social (Mc 16, 11).

Por otro lado, en sus diatribas contra los escribas y fariseos, Jesús les reprocha que devoren los bienes de las viudas con pretextos religiosos (Lc 20, 18), y a los príncipes de los sacerdotes y a los ancianos del pueblo les llega a asegurar que las prostitutas les precederán en el Reino de Dios (Mt 21, 31)

Por su parte, en el Evangelio de Juan, destacan algunos personajes femeninos: la enemiga étnica de vida licenciosa que es interlocutora del discurso del "agua viva" y de la "adoración en espíritu y en verdad", que acaba evangelizando a sus convecinos samaritanos; Marta de Betania, protagonista de un diálogo fundamental sobre la "resurrección y la vida"; y la mujer adúltera a la que Jesús salva de morir lapidada conforme a la Ley de Moisés. Incluso la crítica histórica y exegética más exigente reconoce que, más allá del caracter kerigmático de estos relatos, se esconde un trasfondo histórico en donde el predicador judío, Jesús de Nazaret, otorgó una consideración llamativa a las mujeres de su tiempo.

Milagros [ ]

Tanto las fuentes sinópticas como el Evangelio de Juan presentan a Jesús como hacedor de milagros. También destaca esta faceta de su actividad el Testimonio Flaviano, donde se indica que "llevó a cabo hechos sorprendentes" (Ant., XVIII, 63), aunque no puede asegurarse que no se trate de una interpolación cristiana posterior.

En líneas generales, la investigación actual no concede credibilidad histórica a los hechos maravillosos de Jesús que tienen que ver con alteraciones de las leyes de la Naturaleza, que se consideran proyección de la fe de los primeros cristianos[118] y, como tales, requieren una interpretación simbólica, no literal. En gran medida los relatos de milagros pueden tener un origen helenístico: Rudolf Bultmann encontró paralelos entre los relatos de los milagros de Jesús y otros similares de la tradición helenística, lo que le llevó a concluir que "parece probable que los relatos taumatúrgicos tienen generalmente un origen helenístico".[119]

No obstante, se acepta en general que Jesús fue considerado por sus contemporáneos como capaz de curar ciertas enfermedades y de exorcizar demonios, lo que puede interpretarse a la luz de las creencias populares en la Palestina del siglo I. Los sinópticos, y especialmente el Evangelio de Marcos, ofrecen numerosos testimonios de este tipo de actividad, y no parece probable que se trate de adiciones posteriores. Estos testimonios coinciden además con los de las fuentes talmúdicas, donde se relata que Jesús fue ejecutado como hechicero. Algunos investigadores, como el estadounidense Morton Smith,[120] han llegado a considerar este tipo de prácticas como las más importantes en el magisterio de Jesús, hasta el punto de identificarlo como un mago helenístico, similar a otros, aproximadamente contemporáneos, como Apolonio de Tiana.

Muerte [ ]

La mayoría de las fuentes[121] que hacen referencia a la muerte de Jesús concuerdan en que murió crucificado por orden del entonces prefecto romano en Judea, Poncio Pilato.

Que la orden de la ejecución de Jesús partió de la autoridad romana lo confirma lo que se sabe acerca de los procedimientos jurídicos en las provincias del Imperio Romano. Las sentencias capitales eran competencia exclusiva del funcionario romano, que tenía el llamado ius gladii ("derecho de espada").[122] Solo los romanos, además, utilizaban la crucifixión como método de ejecución.

Existen, sin embargo, discrepancias entre los investigadores a la hora de determinar algunas circunstancias de la ejecución. En primer lugar, en cuanto al delito del que fue acusado Jesús y por el cual fue condenado a la pena capital. En segundo lugar, en cuanto al grado de implicación de las autoridades judías de Jerusalén en el juicio y sentencia de Jesús.

Cronología [ ]

Ninguna de las fuentes ofrece una fecha exacta para la muerte de Jesús. Sin embargo, tanto las fuentes sinópticas como el Evangelio de Juan coinciden en que Jesús murió un viernes. Según los sinópticos, este viernes coincidió con el primer día de la fiesta de Pésaj (Pascua judía), que se celebraba el día 15 del mes hebreo de Nisán. El Evangelio de Juan, en cambio, indica que la muerte de Jesús ocurrió el día anterior a dicha fiesta (es decir, el 14 de Nisán), la tarde en la que en el Templo de Jerusalén se sacrificaban los corderos pascuales. Se ha indicado que la información dada por Juan puede estar motivada por su intención de identificar a Jesús como el verdadero Cordero de Dios, ya que su muerte, en el relato joánico, tiene lugar a la misma hora en que en el templo se sacrificaban los corderos para la fiesta de Pascua.[123]

Todas las fuentes están de acuerdo en que la ejecución de Jesús tuvo lugar durante el mandato de Poncio Pilato (26-36). Si se acepta como cierta la información que aportan los sinópticos, la muerte de Jesús pudo haber ocurrido en el 27 ó el 34, ya que en estos dos años el 15 de Nisán cayó en viernes. Si se cree, en cambio, que la información más fidedigna es la aportada por el Evangelio de Juan, las fechas posibles son el 30 y el 33, años en los que el 14 de Nisán fue viernes.

Algunos autores han intentado armonizar los datos aportados por los sinópticos y por Juan, apelando al uso de dos calendarios diferentes (un calendario lunar oficial y otro solar, utilizado por los esenios). No hay indicios, sin embargo, de que Jesús siguiese otro calendario diferente del que regía las festividades oficiales.[124]

Aunque la tradición cristiana considera generalmente que, en el momento de su muerte, Jesús tenía 33 años, es perfectamente posible que tuviera una edad superior, dado que, como se dijo más arriba, posiblemente nació antes del 4 adC (fecha de la muerte de Herodes el Grande).[125] El número 33 con el tiempo ha acabado adquiriendo un sentido simbólico y ha sido empleado por organizaciones como la masonería, que divide su escalafón en 33 grados (siendo el 33 el grado superior).

Motivos de la ejecución de Jesús [ ]

Como se ha dicho antes, la inmensa mayoría de los investigadores coincide en que Jesús murió crucificado por orden de las autoridades romanas de Judea. Los ejecutados por crucifixión eran generalmente esclavos y sediciosos; por ello, hay un gran consenso en cuanto a que el delito por el que Jesús fue crucificado fue el de sedición contra las autoridades romanas. Un fuerte argumento en favor de esta hipótesis es la inscripción que, según los cuatro evangelios,[126] se colocó en la cruz por orden de las autoridades romanas, en la que se llama a Jesús "rey de los judíos"; se sabe que era costumbre en la época dar a conocer mediante un rótulo la naturaleza del delito de los ejecutados.[127] También se ha aducido en favor de esta hipótesis el relato del prendimiento de Jesús en el Evangelio de Juan (Jn 18, 3-12), que hace referencia a la intervención de soldados, tal vez romanos. Sin embargo, esta imagen de un Jesús sedicioso no se ajusta a la visión general que del personaje se nos da en los evangelios, ya que en ningún momento se nos presenta a Jesús en confrontación directa con las autoridades romanas.

Otra posibilidad es que la crucifixión de Jesús hubiese obedecido a la instigación de las autoridades judías de Jerusalén, quienes habrían presionado al gobernador romano para que ejecutase a Jesús. De hecho, esta posibilidad se ajusta perfectamente a lo relatado en los evangelios, según los cuales Jesús fue en primera instancia juzgado por el Sanedrín, y solo después conducido ante Pilatos. Las razones entonces habría que buscarlas en la acusación de blasfemia hecha por el Sanedrín (Mc 14,63), tal vez en relación con la profecía de la destrucción del Templo. Esta hipótesis, sin embargo, también presenta problemas.


Se cree, en líneas generales, que existe una cierta tendencia en los evangelios a exculpar a Pilatos de la responsabilidad de la muerte de Jesús, y a culpar, en cambio, a los judíos. Debe tenerse en cuenta que, en la época supuesta de la redacción de los evangelios, los primeros cristianos sufrieron con frecuencia persecuciones por parte de los judíos ortodoxos; por otra parte, para evitar despertar el recelo de las autoridades romanas en las primeras décadas del cristianismo, podría haber resultado conveniente soslayar que el fundador de la nueva religión había sido ejecutado por sedición. Hasta qué punto esto es así es objeto de debate, aunque en la actualidad hay bastante acuerdo en cuanto a que el relato del proceso de Jesús tal y como se narra en los evangelios no puede ser considerado plenamente fiel a los hechos. [128]

Jesús en otras religiones [ ]

Jesús según el judaísmo [ ]

Artículo principal: Ieshú
Artículo principal: Yeshúa

El judaísmo, religión en cuyo marco se desarrolló la predicación de Jesús, rechaza la creencia de que Jesús es Dios, ya que resulta incompatible con su estricto monoteísmo. Igualmente rechaza su identificación con el Mesías o como profeta.

En líneas generales, puede decirse que el judaísmo prestó escasa atención a Jesús de Nazaret. Sin embargo, un personaje llamado Yeshu (alt: Jeshu, Yeishu, en hebreo: יש"ו) es mencionado en antiguos textos rabínicos, entre ellos el Talmud de Babilonia, redactado en fecha anterior al año 600, y la literatura midrásica, de entre 200 y 700. El nombre es similar, aunque no idéntico, a Yeshua, que es considerado por muchos autores el nombre original de Jesús en arameo. Además, en varios manuscritos del Talmud de Babilonia aparece con el sobrenombre "ha-Notztri", que puede significar "el Nazareno". Por este motivo, y por ciertas coincidencias entre la historia de Jesús conocida por los evangelios cristianos y la del Yeshu citado en el Talmud, algunos autores han identificado a ambos personajes. Existen, sin embargo, discrepancias sobre este punto.

En los textos rabínicos, Yeshu es caracterizado desde un punto de vista muy negativo: aparece como un embaucador que empuja a los judíos a apostatar de su religión.

Jesús en las religiones gnósticas [ ]

Artículo principal: Gnosticismo

El gnosticismo es un conjunto de religiones heterogéneas que florecieron cuando las religiones locales de Asia entraron en contacto con el helenismo. A pesar de su diversidad de contenidos, comparten algunos rasgos, a veces de estilo y, a veces, de contenido. Por ejemplo, era muy común en ellas atribuir al mundo un origen maligno o defectuoso. Para algunas religiones gnósticas, el mundo había sido creado por malignos demiurgos que tenían al hombre encerrado en la existencia terrenal e ignorante de su condición de prisionero. Para otras, el mundo era el fruto de un fracaso o tragedia creativos. Los que conocían (gnosis) esta verdad podían intentar escapar. En contacto con el cristianismo, aparecieron nuevas variantes gnósticas. Las más destacadas fueron:

Jesús según el Islam [ ]

Artículo principal: Isa

Jesús, llamado en lengua árabe `Īsā o `Īsā ibn Maryam (‘Jesús, hijo de María’), es uno de los principales profetas del Islam. Según el Corán, fue uno de los profetas más queridos por Dios y, a diferencia de lo que ocurre en el cristianismo, para los musulmanes no tiene carácter divino. Existen notables diferencias entre el relato de los Evangelios y la narración coránica de la historia de Jesús.

La virginidad de María es plenamente reconocida (Corán, 3,41; 5,19; 19,22 y ss). Jesús es quien anunció la llegada de Mahoma como último profeta (Corán, 3,75; 61,6), aunque siguen su vida y prédica a través de los textos de los evangelios apócrifos. La muerte de Jesús es tratada de forma compleja, al no reconocer explicitamente su sacrificio, sino que antes de la muerte es sustituido por otro ser -del que nada se dice-, mientras Jesús asciende con Dios y burla a los judíos (Corán, 3,48; 4,156). La muerte ignominiosa de Jesús no se contempla, aunque sí se afirma su regreso el día del Juicio Final (Corán, 4,157; 43,61) y el descubrimiento, en ese día, de que la obra de Jesús fue verdadera (en el sentido de enviado por Dios). El Corán rechaza la Trinidad, considerada falsa, teniéndose a Jesús por «Verbo de Dios», pero no hijo de él.[148]

Notas [ ]

  1. a b Aunque la mayoría de los historiadores y expertos bíblicos opina que estos datos pueden darse por ciertos, dada la concordancia de las fuentes, una minoría de estudiosos pone en tela de juicio la historicidad de Jesús de Nazaret, debido a la práctica inexistencia de menciones en fuentes no cristianas.
    Por citar solo algunos autores que afirman la historicidad de Jesús: Raymond E. Brown (La muerte del Mesías, ISBN 84-8169-485-1); John Dominic Crossan (Jesús, vida de un campesino judío, 1994, ISBN 84-7423-655-X; Jesús desenterrado, ISBN 84-8432-459-1); Bart Ehrman (Jesús, el profeta judío apocalíptico, 2001, ISBN 84-493-1027-X); Gerd Theissen y Annette Merz (El Jesús histórico, 2004, ISBN 84-301-1349-5); E.P. Sanders (La figura histórica de Jesús, 2000, ISBN 84-8169-400-2); Geza Vermes (Jesús el judío: los manuscritos leídos por un historiador, 1994, ISBN 84-7669-213-7; La religión de Jesús el judío, 1996, ISBN 84-7979-201-9); Paul Winter (El proceso a Jesús, 1983, ISBN 84-85501-50-0).
    Solo una minoría muy reducida defiende la inexistencia de Jesús. Históricamente, esta posición es muy tardía, ya que la realidad de la existencia histórica de Jesús no comenzó a cuestionarse hasta el siglo XVIII. Los principales defensores de este punto de vista son Timothy Freke y Peter Gandy (Los misterios de Jesús. El origen oculto de la religión cristiana, 2000, ISBN 84-253-3450-0); Earl Doherty (El puzzle de Jesús, 2005, ISBN 84-9800-268-0) y, sobre todo, George Albert Wells (The Historical Evidence for Jesus, 1988, ISBN 0-87975-429-X); The Jesus Myth, 1998, ISBN 0-8126-9392-2).
    La inmensa mayoría de las enciclopedias y obras de referencia aceptan la historicidad de Jesús. Es el caso, por citar un ejemplo prestigioso, de The New Encyclopaedia Britannica (Chicago, 1990), tomo 22 (ISBN 0-85229-511-1); pp. 360-377.
    Debe destacarse que incluso los defensores de la teoría de la inexistencia de Jesús reconocen que la opinión generalizada es la contraria. Según Wells, en un artículo publicado en 1999: "It is almost universally accepted that Jesus lived in the opening decades of the first century, taught certain doctrines in Galilee, worked there what were at any rate taken for miracles, and died in Jerusalem, at the behest of the Roman governor Pontius Pilate" (G. A. Wells: Earliest Christianity (en inglés).
  2. Las referencias a Jesús en autores no cristianos son muy escuetas, y en algunos casos se ha puesto en duda que se refieran al mismo personaje que describen los evangelios.
  3. Mt 1:18-2:23, Lc 1:5-2:52.
  4. Isaías 7:14
  5. Mt 1:19-21
  6. Mt 2:13).
  7. Mt 2:19-29
  8. Lc 1:26-38.
  9. Como puede verse, las diferencias entre ambos relatos son bastante significativas:
  10. Mt 1:2-16, Lc 3:23-28.
  11. Mt 3:1-12, Mc 1:4-8, Lc 3:1-18, (Jn 1:19-32)
  12. Mt 3:13-15, Mc 1:9,Lc 3:21Según el Evangelio de Juan, Jesús no recibió el bautismo personalmente de Juan el Bautista, ya que por entonces éste se encontraba encarcelado por orden de Antipas.
  13. Mt 3:16-17, Mc 1:10-11, Lc 3:21-22. En el Evangelio de Juan se menciona esta teofanía (Jn 1:32-33), aunque no en ocasión del bautismo de Jesús.
  14. Mt 4:2-11, Mc 1:12-13, Lc 4:1-13.
  15. Mt 4:12-17, Mc 1:14, Lc 4:14.
  16. Mt 4:17, Mc 1:15, Lc 4:14. Según Jn 1:35-51 Jesús reclutó a sus primeros seguidores (aunque eran galileos) en Judea, antes de partir hacia Galilea para iniciar su ministerio.
  17. Mt 11:20-21, Lc 10:13
  18. Mt 13:53-58, Mc 6:1-6, Lc 4:16-30. Según el relato de Lucas, los habitantes de Nazaret intentaron matar a Jesús.
  19. Mt 20:29, Mc 10:46, Lc 18:35.
  20. Jn 11:38-44
  21. Mt 10:2-4, Mc 13:16-19, Lc 6:13-16. En los tres sinópticos, los apóstoles son agrupados por parejas, aunque no siempre coinciden en su distribución.
  22. Mt 4:18-22, Mc 1:16-20. En el Evangelio de Juan, Simón y Andrés son discípulos de Juan el Bautista que se unieron a Jesús en Judea.
  23. Mt 9:9, Mc 2:14, Lc 5:27-28,
  24. Véase, por ejemplo, Jn 6:67, Jn 6:70, Jn 6:71. En diferentes pasajes cita a los siguientes: Simón Pedro, Andrés, los hijos de Zebedeo (es decir Santiago y Juan), Felipe, Natanael, Dídimo Tomás, Judas Iscariote y otro Judas. Natanael es generalmente identificado con el Bartolomé que mencionan los sinópticos.
  25. No está claro si el relatado en el Evangelio de Juan es el mismo milagro, ya que el beneficiario es en este caso el hijo de un cortesano, aunque los detalles de la narración son idénticos.
  26. Mt 9:32-34, Mt 12:22-30, Mc 3:22-27, Lc 11:14-15, Lc 11:17-23)
  27. Lc 10:17-20
  28. Mc 9:38-40
  29. Mt 17:1-8, Mc 9:2-8, Lc 9:28-36.
  30. Mt 21:1-11, Mc 11:1-11, Lc 19:28-40, Jn 12:12-19.
  31. Mt 21:12-22, Mc 11:15-19, Lc 19:45-48. Marcos intercala entre la entrada de Jerusalén y la expulsión de los mercaderes el episodio de la maldición de la higuera (Mc 11:12-14, y Lucas una profecía sobre Jerusalén (Lc 19:41-44
  32. Jn 2:13-22. En este pasaje, Jesús utiliza un azote para expulsar a los vendedores, al que no se hace referencia en los sinópticos.
  33. Mt 24:1-3, Mc 13:1-4, Lc 21:5-7.
  34. Mt 26:6-13, Mc 14:5-9, Jn 12:1-8. En el relato de Juan, la mujer que unge a Jesús es María de Betania, hermana de Lázaro; en los otros dos no se menciona su nombre.
  35. Mt 26:26-29, Mc 14:22-25, Lc 22:19-20. Para los cristianos, este gesto de Jesús representa la institución del sacramento de la Eucaristía.
  36. El Evangelio de Juan no hace referencia a la Última Cena, ya que no sitúa la detención de Jesús en la noche de Pascua, sino la anterior: sí aparece en él, sin embargo, el anuncio de la traición de Judas (Jn 13, 21-30) y un episodio que no aparece en los sinópticos, el lavatorio de los pies de los discípulos (Jn 13, 1-20).
  37. Mt 26:36-46, Mc 14:32-42, Lc 22:40-46.
  38. Este episodio no aparece tampoco en el Evangelio de Juan.
  39. Mt 26:14-16, Mc 11:10-11, Lc 22:3-6.
  40. Mt 26:47-56, Mc 14:43-52, Lc 22:47-53, Jn 18:2-12. El relato de Juan ofrece variantes significativas: no se cita Getsemaní como el lugar de la detención, sino un huerto "al otro lado del torrente Cedrón"; en la detención de Jesús toma parte una cohorte romana; y Jesús no es denunciado por Judas, sino que se entrega él mismo a los que iban a detenerlo.
  41. Mt 26:57-68, Mc 14:53-65, Lc 22:63-71.
  42. Jn 18:19-29
  43. Mt 26:69-75, Mc 14:66-72, Lc 22:55-62, Jn 18:15-27.
  44. Se sabe que el cargo de Pilato no era en realidad el de procurador, sino el de prefecto. Figura erróneamente con ese cargo no solo en los evangelios, sino también en la obra del historiador Flavio Josefo.
  45. Varios eruditos, notablemente Hyam Maccoby, insisten que Barrabas es la version griega del arameo Bar Abba, "Hijo del Padre," nombre del mismo Jesus. Al pedir la liberacion de Bar Abba, el pueblo pedía la muerte de Jesus.
  46. Mt 27:11-26, Mc 15:1-15. El Evangelio de Lucas añade que Pilato envió a Jesús ante Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, que se encontraba de visita en Jerusalén. Según este relato, Jesús no quiso contestar a las preguntas de Antipas, quien lo envió de nuevo a Pilato (Lc 23:1-25). En el Evangelio de Juan, por otro lado, se añaden dos diálogos entre Jesús y Pilato que no aparecen en el resto de los relatos de la Pasión (Jn 18:28-19:16).
  47. Mt 27:26-31, Mc 15:15-20
  48. Mt 27:32-44, Mc 15:21-32, Lc 23:26-43, Jn 19:16-24. Juan no menciona a Simón de Cirene, ni a los dos ladrones junto a los que crucificaron a Jesús.
  49. Mt 27:45-50, Mc 15:33-41
  50. Lc 15:39-46. Jn 19:25-30
  51. Mt 27:57-61, Mc 15:42-47, Lc 23:50-56 , Mc 19:38-42
  52. Mt 27:62-66.
  53. Mt 28, Mc 16, Lc 24, Jn 20-21
  54. Existe consenso entre la mayoría de los filólogos bíblicos en cuanto a que los últimos doce versículos del evangelio, a partir de la aparición de Jesús a María Magdalena (Mc 16 1,9) son el resultado de una interpolación posterior. Se desconoce si el evangelio de Marcos concluía en Mc 16 1,8 o si el final original se ha perdido. Véase Bart E. Ehrman, Jesús no dijo eso. Barcelona: Ares y Mares, 2007; pp. 88-92.
  55. Is 7:14, Miq 5:2
  56. Is 9:1
  57. Is 9:6-7, Is 11:1-9), Is 16:5
  58. Is 40:3. Esta profecía es citada explícitamente en los cuatro evangelios del Nuevo Testamento (Mt 3:3, Mc 1:2-3, Lc 3:4-6, Jn 1:23).
  59. Acerca del significado de esta expresión, véase el artículo Libro de Isaías.
  60. Is 42:1-7, Is 49:1-7, Is 50:4-9, Is 52:42-53:12.
  61. Por ejemplo, Zc 12:10.
  62. Si bien los hallazgos de la arqueología no pueden ser aducidos como prueba de la existencia de Jesús de Nazaret, sí confirman la historicidad de gran número de personajes, lugares y acontecimientos descritos en las fuentes. Véase History, Archaeology and Jesus. Hard evidence from the ancient world dramatically supports the New Testament record on Jesus, por Paul L. Maier (en inglés).
  63. Piñero, Fuentes del cristianismo, p. 325
  64. De hecho, en sus cartas cita con frecuencia textos del Antiguo Testamento, pero apenas sí se refiere a dichos de Jesús. Solo en 1Cor 7:10 y 1Cor 11:23-26 acude directamente a la predicación de Jesús de Nazaret como fuente de autoridad. En las cartas de Pablo, sin embargo, no es sencillo diferenciar cuándo hace referencia a la predicación del Jesús histórico y cuándo a su propia experiencia del Jesús resucitado.
  65. La tradición cristiana atribuye la autoría de estas obras a personajes citados en el Nuevo Testamento: los apóstoles Juan y Mateo, y a dos colaboradores cercanos de los primeros seguidores de Jesús, Marcos y Lucas. Esta adscripción es tardía (del siglo II) y no se sustenta en datos aportados por los propios textos. No obstante, para referirse a los evangelios está generalizada la denominación tradicional de evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, sin que esto implique posicionamiento alguno en el tema de su autoría
  66. J.M. Robinson, y otros: El "Documento Q" en griego y en español con paralelos del Evangelio de Marcos y del Evangelio de Tomás. Salamanca: Sígueme, 2002. ISBN 84-301-1464-5
  67. Guijarro, p. 26.
  68. Guijarro, pp. 61-63
  69. Piñero, Guía para entender el Nuevo Testamento, pp.392-393.
  70. Theissen y Merz, pp. 55-56.
  71. Piñero, Guía para entender el Nuevo Testamento, p. 166.
  72. Muy debatido es también el valor que debe asignarse al llamado Evangelio secreto de Marcos, sobre cuya autenticidad existen serias dudas.
  73. Theissen, Gerd, y Merz, Annette, op. cit., p. 76.
  74. Un análisis detallado de las fuentes talmúdicas sobre Jesús puede encontrarse en Klausner, Joseph: Jesús de Nazaret (Barcelona: Paidós, 2006; ISBN 84-493-1834-3); pp. 23-58. Aunque la edición original del libro es de 1907, la mayoría de los autores actuales están de acuerdo con lo esencial de sus conclusiones: véase por ejemplo Meier, Un judío marginal, tomo I, pp. 112-118 (ver bibliografía).
  75. Piñero, Guía para entender el nuevo testamento, pp. 169-172.
  76. Piñero, Guía para entender el Nuevo Testamento, p. 172.
  77. Sanders, p. 42.
  78. "Sebastos" es la traducción aproximada al griego de "Augusto".
  79. Vermes, p. 52.
  80. Theissen y Merz, p. 153.
  81. Según Flavio Josefo (Contra Apión 2, 108), eran unos 20.000.
  82. Sanders, pp. 63-64.
  83. Theissen y Merz, p. 153.
  84. En Antigüedades, 13, 171-173.297s; 18, 11-25, y en Guerra 2, 118-166.
  85. Sanders, p. 67.
  86. Jesús Peláez: "Jesús y el Reino de Dios: Las comunidades primitivas en el judeocristianismo", en Antonio Piñero (ed.): Orígenes del cristianismo. Antecedentes y primeros pasos, p. 235.
  87. Mc 1:24, Mc 10:47, Mc 14:67, Mc 16:6, Lc 4:34, Lc 24:19.
  88. Mt 2:23, Mt 26:71, Lc 18:37, Jn 18:5-7
  89. Hch 2:22, Hch 3:6, Hch 4:10, Hch 22:8.
  90. En el Evangelio de Marcos, es llamado "Jesús el nazareno" (Mc 1:24; Mc 10:47; Mc 14:67; Mc 16:6). En el Evangelio de Juan se indica además que su origen galileo podía ser perjudicial para ser identificado como el Mesías (Jn 1:45; Jn 7:52).
  91. Sólo dos de los cuatro evangelios canónicos, Mateo y Lucas proporcionan información sobre la infancia de Jesús. Marcos, el evangelio mayoritariamente considerado más antiguo, no incluye ningún relato de la infancia. Sólo documenta el nombre de la madre y la existencia de varios hermanos (Mc 6:3). Por otro lado, la infancia de Jesús es desarrollada ampliamente —con una considerable dosis de imaginación y abundantes anacronismos— por varios evangelios apócrifos, genéricamente conocidos como “apócrifos de la infancia”. Existe un amplio consenso en no concederles absolutamente ninguna fiabilidad histórica. En el resto del Nuevo Testamento, sólo Pablo hace un par de alusiones indirectas al origen de Jesús, cuando afirma que fue nacido de mujer (Gal 4:4) y que procedía de la estirpe de David, “en cuanto hombre” (Romanos 1:3).
  92. Mateo cita este pasaje del profeta Miqueas, según el cual el Mesías habría de nacer en Belén:
    Pero tú, Belén Efrata, aunque pequeña para figurar entre los clanes de Judá, de ti me saldrá quien ha de ser dominador en Israel, cuyos orígenes vienen de antaño, desde los días antiguos.
    Miqueas 5:2
  93. Según Gerd Theissen y Annette Merz, El Jesús histórico, p. 192: "En suma, Jesús procede de Nazaret. La transposición del lugar de nacimiento a Belén es fruto de la fantasía y la especulación religiosa: como el mesías debía nacer en Belén según las Escrituras, Mt 2 y Lc 2 desplazan allí el nacimiento de Jesús". Esta es la opinión también de otros muchos investigadores, como E.P. Sanders. Sin embargo, otros autores, la mayoría de ellos católicos, entienden que no hay razones para dudar de la veracidad histórica de Mateo y Lucas en lo referente a este punto.
  94. En el año 525, el papa Hormisdas encargó a Dionisio el Exiguo, un astrónomo y abad escita de un monasterio romano, establecer como año primero de la era cristiana el del nacimiento de Jesús. Dionisio se equivocó en unos seis años al datar el reinado de Herodes I el Grande, por lo que dedujo que Jesús nació el año 753 de la fundación de Roma. Éste es el origen de la actual era cristiana.
  95. Se declaró oficialmente el 25 de diciembre la fiesta de la Natividad de Jesús en el año 336, por orden del papa Julio I, cristianizando así una fiesta pagana que tiene sus raíces en la celebración del solsticio de invierno y que ya había sido instituida en el siglo III por Aureliano como natalicio del dios Sol Invictus. La elección de esta fecha no tiene ninguna base histórica. Antes de pasar a celebrarse el 25 de diciembre, se conmemoraba el nacimiento de Jesús el 6 de enero, junto con la epifanía y el bautismo de Jesús por San Juan. El 6 de enero había sido, además, la fecha de inicio del año nuevo en la antigua civilización egipcia, tras los cinco primeros días de este mes, que, en sus tradiciones, no pertenecían ni a un año ni al otro. La Iglesia Ortodoxa sigue celebrando el nacimiento de Jesús el 6 de enero.
  96. Véase, por ejemplo, Lc 4:22, Jn 1:45, Jn 6:42. Las epístolas de Pablo de Tarso no mencionan tampoco la concepción milagrosa, lo que hace suponer que se trata de un añadido tardío a la historia de Jesús.
  97. Los evangelios los mencionan claramente: "Su madre y sus hermanos estaban fuera"(Mt 12:46-50). Además, es mencionado por Juan —“Porque ni aún sus hermanos creían en él” (Jn 7:5)—. Pablo también hace mención en sus cartas a “Santiago el hermano del Señor” (Gálatas 1:19). En Corintios, dice “¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, los hermanos del Señor y Cefas?” (1Corintios 9:5). El libro de los Hechos menciona a Santiago (Hechos 13:17, Hechos 15:13 y siguientes). Una fuente extra-bíblica, el historiador Flavio Josefo, menciona que Santiago, hermano de Jesús, fue linchado en el año 62 d. de C. Siglos más tarde, la teología cristiana, para defender el dogma de la virginidad de María, planteó el argumento de que la palabra utilizada para designar a los hermanos, tanto en arameo (âch-'achâ) como en griego (adélfoi), puede también utilizarse para denominar a los parientes. El hebreo y el arameo no tienen una palabra específica para primos, sino que se designa de igual forma a primos y hermanos. En griego sí existen otras palabras para referirse a los primos y parientes que nunca son usadas con los hermanos de Jesús. Se ha dicho, no obstante, que los autores del Nuevo Testamento, por influencia de las lenguas semíticas, pudieron utilizar el término "hermano" para referirse también a los parientes.
  98. Según Hegesipo las hermanas se llamaban Salomé y Susana.
  99. Véase, por ejemplo, Mc 10:47-48.
  100. Lc 1:27, Mt 1:16, Hch 13:23, Rm 1:3-4
  101. Geza Vermes; pp. 227-229.
  102. Sobre la inserción del pensamiento de Jesús en el marco del judaísmo del siglo I, véase sobre todo E. P. Sanders: Jesús y el judaísmo. Madrid: Trotta, 2004. 978-84-8164-685-6.
  103. Sí se sabe, sin embargo, que no predicó en las ciudades helenísticas de Galilea, donde se hablaba principalmente el griego.
  104. Lc 4:16-19. Algunos autores, sin embargo, han puesto en duda la historicidad de este dato. Meier trata ampliamente la cuestióen en Un judío marginal, tomo I, pp. 279-290 (ver bibliografía).
  105. Véase, por ejemplo, Marcos 6:3, Mateo 13:55. Geza Vermes (p. 26) lo pone, sin embargo, en duda, indicando que en estos pasajes "carpintero" puede aparecer como sinónimo de sabio o erudito, como ocurre en algunos textos talmúdicos, bastante posteriores a la muerte de Jesús. Sin embargo, este sentido propuesto por Vermes no parece corresponderse con el contexto.
  106. Véase Jn 2:13, Jn 6:4 y Jn 11:55.
  107. Puig, p. 197.
  108. Véase Mc 6:44, Mt 14:21, Lc 9:14 y Jn 6:10.
  109. El relato de los evangelios y el de Flavio Josefo sobre la muerte de Juan el Bautista son bastante diferentes. En los evangelios (Mc 6:17-29, por ejemplo), Juan es encarcelado por haber reprobado públicamente el matrimonio de Herodes Antipas con Herodías y se le ejecuta a causa de las intrigas de Herodías y Salomé. Los dos relatos coinciden, sin embargo, en lo esencial: Herodes consideraba al Bautista un peligro potencial por su influencia sobre el pueblo.
  110. Mt 3:2
  111. Sin embargo, Jesús no parece haber heredado de Juan el uso de este rito: en los sinópticos no se hace nunca referencia a que Jesús bautizase y sólo en el evangelio de Juan, bastante más tardío, se mencionan bautismos realizados por Jesús (concretamente en Jn 3:22). El de Juan es, además, el evangelio que más desarrolla la relación entre Jesús y Juan el Bautista.
  112. Mc 1:7-8, Mt 3:11, Lc 3:16, Jn 1:26-27
  113. Mt 11:11
  114. Jn 3:22-36
  115. Sobre este tema, véase Vermes, pp.171-202.
  116. Una de las obras más destacadas sobre esta cuestión es E.P. Sanders, Jesús y el judaísmo. Madrid: Trotta, 2004. ISBN 9788481646856.
  117. Este concepto de "ética interina" o provisional es desarrollado por ejemplo en Puente Ojea, Gonzalo: El Evangelio de Marcos. Del Cristo de la fe al Jesús de la historia (ver bibliografía.
  118. Theissen y Merz, p. 348.
  119. Rudolf Bultmann, Historia de la tradición sinóptica, Salamanca: Sígueme, 2000; p. 306.
  120. Morton Smith, Jesus the Magician. Charlatan or Son of God, 1978.
  121. Principalmente las fuentes sinópticas y el Evangelio de Juan, pero también, entre los apócrifos, hace referencia a la muerte de Jesús el Evangelio de Pedro. Entre las fuentes no cristianas, confirma esta idea sobre todo Flavio Josefo. Tácito afirma que fue ajusticiado, aunque no precisa el tipo de ejecución. Las fuentes talmúdicas, en cambio, presentan una versión diferente, ya que indican que Jesús murió por orden de las autoridades judías.
  122. Los tribunales judíos no tenían en principio potestad de condenar a muerte a un reo, aunque se conocen dos casos, concernientes a discípulos de Jesús, en que tribunales judíos pronunciaron sentencias de muerte: las ejecuciones de Esteban y de Santiago. En ambos casos los condenados fueron lapidados.
  123. Theissen, Gerd, y Merz, Annette: El Jesús histórico, p. 184.
  124. Theissen, Gerd, y Merz, Annette: El Jesús histórico, p. 185.
  125. Además, en el Evangelio de San Juan se nos dice: «Entonces los judíos le dijeron: "¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abraham?"». Jn 8:57. Se ha dicho que de haber tenido Jesús treinta y tres años en el momento de su muerte se habría mencionado la cifra de cuarenta, no de cincuenta.
  126. Mt 27:37, Mc 15:26, Lc 23:38, Jn 19:19.
  127. Acerca del debate sobre la autenticidad de esta información, véase Theissen y Merz, op. cit. p. 506.
  128. Uno de los análisis más completos sobre este tema se encuentra en un libro ya clásico de Paul Winter, El proceso a Jesús, cuya edición original es de 1961 (ver Bibliografía).
  129. THE JESUS PUZZLE. Was There No Historical Jesus? Part One: A Conspiracy of Silence (en inglés)
  130. En palabras de Doherty: "What did Mark do? He crafted a ministry which moved from Galilee to Jerusalem, now the site of Jesus' death. He virtually re-invented the Apostles out of early, now-legendary figures in the Christ movement; they served mostly instructional purposes. He brought into the Jesus orbit all the figures and concepts floating about in the Christian air, like Son of God, Messiah, Son of David, the apocalyptic Son of Man."
    Most important of all, he had to craft the story of Jesus' passion. [...] We owe the most enduring tale Western culture has produced to the literary genius of Mark." ( THE JESUS PUZZLE. Was There No Historical Jesus? Part Three: The Evolution of Jesus of Nazareth
  131. Burton Mack: The Lost Gospel: The Book of Q and Christian Origins
  132. Dado que el cristianismo dista mucho de ser una corriente uniforme de creencias y pensamiento, para hablar sobre Jesús en el cristianismo, habría que describir las modalidades o concepciones cultivadas por las distintas ramas del cristianismo, también llamadas denominaciones cristianas. Si bien todas esas concepciones son perfectamente admisibles como posiciones de fe, exponerlas sin más en pie de igualdad conduciría a cierto relativismo que no daría cuenta del hecho innegable de que unas son creencias mayoritarias y otras particulares, que unas fueron desestimadas sólo después de largos debates y otras se consideraron herejías de manera tajante y desde el primer momento.
  133. La historicidad de la resurrección de Jesús de Nazaret es un hecho que diferencia la religión cristiana de las religiones griegas. Si, para estas últimas, el tiempo es una entelequia circular y repetitiva, que se sucede a modo de eterno retorno, el cristianismo asume desde el principio una noción lineal del tiempo, en la cual la resurrección es un hito histórico único sobre el cual se ordena la historia pasada y la futura. Véase Puech, Henry: El tiempo en el cristianismo.
  134. En contraposición a las concepciones científicas que consideran al hombre como la cima de la evolución natural, la teología cristiana considera que el hombre es una espiritualidad caída. Véase Josef Pieper: Las virtudes fundamentales. Ed. Rialp pp. 180.
  135. La naturaleza de Dios (increada) y la naturaleza del hombre (criatura) están separadas por el abismo ontológico del acto creativo ex nihilo
  136. La posibilidad del pecado es exclusiva de la voluntad de la criatura alejada de Dios
  137. Entendida sobre todo en el sentido ontológico (dejar de ser)
  138. Y el verbo se hizo carne (Jn 1,14)
  139. Vladimir Lossky: Teología mística de la iglesia de oriente. pp. 101
  140. Esta traducción es obra de RoyFocker, quien la tradujo directamente del griego. Traducción.
  141. Guerra Gómez, Manuel: Los nuevos movimientos religiosos (Las sectas). Pamplona: Ediciones Universidad de Navarra, 1993; pp. 172-173
  142. Masson, Hervé: Manuel de herejías. Ediciones RIALP. Madrid 1989; pp. 242-246
  143. Masson,Hervé:op. cit, pp. 193-196
  144. Guerra Gómez, Manuel, op. cit., p.142.
  145. Guerra Gómez, Manuel, op. cit., p. 361.
  146. Masson,Hervé: op. cit, pp. 16-17
  147. Son bastante singulares, por ejemplo, las creencias acerca de Jesucristo de la secta Moon, según la cual Jesús no es Dios, sino simplemente un hombre “reflejo de Dios”, nacido de una relación adúltera entre María y Zacarías, que fracasó en su misión salvadora: para ellos, la crucifixión de Jesús es testimonio del fracaso del cristianismo. Véase: Guerra Gómez, Manuel, op. cit., p. 361.
  148. La Trinidad plantea un problema a Mahoma: el politeísmo que tanto combatió. Aceptar que Dios es Uno y Trino constituyó un problema desde el principio. Las teorías de la Trinidad que conoció Mahoma fueron las de los coliridianos únicamente. No obstante, sus posiciones sobre la Trinidad se acercan al propio Concilio de Letrán, donde se trata de corregir la creencia de que Jesús es hijo de Dios en un sentido humano. Así hay quien ve semejanzas, aún en la diferencia. «Son infieles quienes dicen Dios es el tercero de una triada. No hay dios, sino un Dios único. ... El Mesías, hijo de María, no es más que un Enviado». (Corán 5 77-79) «¡Gente del Libro! No exageréis en vuestra religión ni digáis, sobre Dios, más que la verdad. Realmente el Mesías, Jesús, hijo de María, es el Enviado de Dios, su Verbo, que echó a María en espíritu procedente de él. Creed en Dios y en sus enviados, pero no digáis Tres ... ¿Tendría un hijo cuando tiene lo que está en los cielos y en la tierra? ¡Dios basta como garante!» (Corán, 4 169-170). Vermet, Juan. El Corán, pp. 48, 49, 135, 146, 147.
  149. Ficha de la película en IMDB.

Bibliografía [ ]

Bibliografía utilizada [ ]

El Jesús histórico [ ]

Jesús en el cristianismo y en otras religiones [ ]

Bibliografía adicional (no utilizada directamente en este artículo) [ ]

Enlaces externos [ ]

Wikiquote

Jesús en el Nuevo Testamento [ ]

El Jesús histórico [ ]

En inglés:

Teorías minoritarias [ ]

Jesús según el cristianismo [ ]

Obtenido de " http://es.wikipedia.org/wiki/Jes%C3%BAs_de_Nazaret"

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